Quítame mi nombre. Cambíalo. Tergiversalo.
Nómbrame como gustes. Como te nazca.
Censura a mis padres e imponte en mí cada que escuche el nombre que me otorgas. Imponte a los demás cada que me nombren.
Es mi nombre mi esencia. ¿Ves lo que te regalo? Mi presentación, mi única etiqueta tangible, mi ser trasladado en letras.
Tómalo. He borrado los antiguos registros y temporalmente no existo, no puedo ser llamada más que por el silencio. Tómalo, si no lo haces desapareceré. No habrá nombre en mis actas, mis estudios se perderán, moriré y mi obituario será una sopa de letras para que el lector escoja al difunto a su gana.
Rentaré sus nombres a los recién casados mientras sustituyen los suyos por calificativos, pediré prestado a los recién nacidos que no entienden de estos menesteres y robaré a los difuntos.
Nómbrame como gustes. Como quieras.
Nómbrame para existir. Nómbrame para que existas en mí.